Si me seguís desde hace un tiempo, ya sabéis que me encantan los pasteles salados (como la quiche de caballa, espárragos y mostaza, la de alcachofas, salami y mozzarella… o las más normales, como la de ratatouille o la versión más clásica de este quiche Lorraine). Me encantan porque se pueden preparar con antelación y con un simple calentón en el horno quedan espectaculares.
Ingredientes:
Para la masa:
250 grs de harina
125 grs de mantequilla fría, cortada en daditos
2 yemas de huevo
Una pizca grande de sal
3 cucharadas de agua
Para el relleno:
2 cucharadas de aceite de oliva
1 cebolla mediana
5 lonchas de bacon cortado en daditos
400 grs de crème fraîche
4 huevos
Pimienta recién molida
Preparación:
En primer lugar, vamos a preparar
la masa: ponemos la harina en un bol y añadimos la mantequilla.
Rebozamos la mantequilla en la harina y presionamos con las manos hasta
conseguir una textura arenosa. Incorporamos las yemas y una pizca de sal.
Mezclamos bien y vamos incorporando poco a poco el agua. Formamos una bola con
la masa, tapamos con papel film y metemos en la nevera durante 30 minutos.
Engrasamos un molde de quiche
perforado desmontable de 22 cm.
Estiramos la masa y cubrimos la
base y los laterales del molde. Quitamos la masa sobrante. Refrigeramos
mientras preparamos el relleno. Precalentamos el horno a 180°.
Ponemos en una sartén un poco de
aceite y rehogamos la cebolla cortada en daditos pequeños. Sacamos la cebolla
cuando empiece a estar transparente y, en el mismo aceite, rehogamos el bacon.
Batimos los huevos e incorporamos
la crème fraîche y salpimentamos. Añadimos la cebolla y removemos. Añadimos la
mitad del bacon y mezclamos.
Vertemos esta mezcla sobre la
masa y ponemos por encima el resto del bacon. Horneamos durante 35 minutos.
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