Esta es una receta de mi madre,
que a su vez la aprendió de una amiga gallega. Es un plato típico gallego. Lo
más difícil es encontrar los grelos (es el brote del nabo antes de florecer),
aunque ya los podéis encontrar en conserva (he probado los de la marca “A
Rosaleira” y están muy bien). En el caso de no encontrarlos, podéis
sustituirlos por repollo, aunque el sabor nunca será igual. Sirve como plato
único.
Ingredientes:
Un manojo de grelos
1 frasco de judías blancas ya cocidas
Un pellizco de unto gallego (tocino rancio)
Un chorizo
2 tiras de costillas de cerdo frescas (aproximadamente 3/4
de kg)
Un hueso de jamón
Un 1/4 de pollo trasero
Panceta
Un hueso de caña
Preparación:
Se ponen en una olla el unto, el
chorizo, las costillas, el hueso de jamón, el pollo, la panceta y el hueso de
caña. Se cubre con agua, hasta aproximadamente cuatro dedos por encima, y se
pone a cocer. Lo dejaremos cociendo aproximadamente unos 20 minutos. Si vemos
que se va quedando sin líquido, añadiremos más poco a poco.
Mientras, colocamos en otra
cazuelita los grelos y los damos un pequeño hervor. Cuando estén ligeramente
hervidos, los escurrimos y tiramos el agua –este paso es importante porque los
grelos amargan, por eso se deshecha el agua.
Cuando la carne ya esté
hecha, se saca a un plato y en el caldo se añaden los grelos, las patatas
cortadas en trozos (si queremos que el caldo sea más “denso” podemos cortar
unas patatas más finas para que se deshagan y “engorden” el caldo) y las judías
blancas. Se dejan cocer unos 10 - 15 minutos. Finalmente, volvemos a meter todo
en la olla para que se caliente todo junto. Lo servimos en fuentes por
separado.
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