¿No creéis que me ha salido
perfecta? Es la típica tarta que ha habido siempre de postre en los
restaurantes, así que me he empeñado en hacerla. Como pasa a menudo, esta
receta contiene varias recetas que podemos utilizar para otras preparaciones.
Es cierto que lleva un poco de trabajo y que hay que contar con el tiempo de
refrigeración, pero ¡ha quedado genial!
Ingredientes:
Para el bizcocho
genovés:
140 grs de harina
10 grs de maicena
6 huevos a temperatura ambiente
150 grs de azúcar
Un chorrito de limón o vinagre
½ cucharadita de pasta de vainilla o aroma de vainilla
Para el relleno:
100 grs de azúcar
50 grs de azúcar glas
4 huevos
80 ml de leche entera
10 grs de gelatina neutra en polvo
50 ml de whisky
350 grs de nata de montar
Almíbar de whisky:
50 grs de azúcar
100 ml de agua
Un chorrito de whisky
Yema pastelera de
cobertura:
4 yemas
150 ml de agua
150 grs de azúcar
Para decorar:
150 ml de nata montada
Azúcar moreno
Preparación:
Primero vamos a preparar el bizcocho genovés. Precalentamos el horno a 180⁰. Forramos el molde con papel
vegetal y engrasamos las paredes.
Separamos las yemas de las
claras, reservamos estas últimas para utilizarlas después.
Tamizamos la harina con la maicena
y reservamos.
Batimos las yemas con el azúcar
unos 5 minutos con las varillas eléctricas hasta obtener una mezcla muy
esponjosa. Añadimos la vainilla y batimos un poco más.
Batimos las claras a punto de
nieve con el chorrito de vinagre o limón.
A continuación, añadiremos dos
cucharadas de la mezcla de harina alternándolas con una de la de claras batidas al bol donde tenemos las yemas
y mezclamos con mucho cuidado para evitar que baje la mezcla. Vamos repitiendo
esta operación hasta que terminemos con los ingredientes.
Igualamos la superficie y
horneamos durante 20 minutos. Comprobamos con un palillo y si sale limpio ya lo
tenemos. Dejamos enfriar.
Mientras podemos ir preparando el almíbar de whisky: ponemos el agua
con el azúcar en un cacito y llevamos a ebullición. Cocemos durante 5 minutos.
Añadimos el whisky y dejamos templar.
Una vez templado pincelamos con el almíbar el bizcocho.
Reservamos.
Vamos a preparar el relleno: separamos las yemas de las
claras. Guardamos las claras y tapamos.
Ponemos en un bol la gelatina en
polvo y añadimos 3 cucharadas de agua fría para que se hidrate.
Colocamos las yemas en un cazo
junto con 20 grs del azúcar y la leche. Mezclamos con unas varillas y
calentamos a fuego muy suave sin dejar de remover -si tenemos un termómetro lo
ponemos en el cazo y no debemos dejar que supere los 73⁰ para que no se corte
la mezcla. Cuando espese retiramos enseguida del fuego y seguimos removiendo un
poco. Añadimos el whisky y la gelatina hidratada. Removemos para que se
disuelva y dejamos templar.
Montamos las claras a punto de
nieve y añadimos el azúcar restante (80 grs). Seguimos batiendo hasta que el
azúcar esté bien disuelto.
Montamos la nata y añadimos el
azúcar glas. Mezclamos el merengue con la crema de whisky con cuidado y después
añadimos la nata montada y seguimos mezclando con cuidado. Vertemos sobre el
bizcocho y alisamos la superficie. Metemos en el congelador y dejamos toda la
noche.
Al día siguiente ya podemos
preparar la yema pastelera: ponemos en un cazo los ingredientes de la
yema pastelera y calentamos a fuego suave y sin dejar de remover con varillas
hasta que espese. Cuando la crema haya alcanzado los 30⁰ vertemos sobre la
tarta congelada. Nivelamos y congelamos unas 3 horas más.
Retiramos los laterales de
silicona del molde. Espolvoreamos el centro con azúcar moreno y con ayuda de un
soplete caramelizamos. Ponemos la nata montada en una manga pastelera con
boquilla rizada grande y decoramos la tarta.